Desahogos, pensamientos, vivencias... lo que pasa por mi mente a un solo paso.

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jueves, 14 de abril de 2011

De tacones a zapatillas: No dejarse a un lado

Otoño, invierno... estaciones del año que simbolizan una cosa: frío. Las temperaturas bajan y con esto, aparecen las sopitas, cremas, sopaipillas y cafecitos. Comida, comida y más comida que después ser adhiere en nuestro cuerpo y no quiere irse ni a patadas. 

Es ahí cuando estamos como locas trotando y metiéndonos a un gimnasio en septiembre. Elíptica, abdominales, bicicleta... venga todo lo que nos haga movernos. Es que tenemos que bajar esos temido 'kilitos de más' que nos dejan estas fechas.

Pero podríamos evitarnos tanto estrés por lograr un 'verano sin polera' si nos preocupamos de nuestra salud desde HOY. No significa dejar de comer o no darse el 'gustito' de comer ese platito de crema de tomate que tanto anhelamos. No. Lo principal está en complementar una dieta saludable con un poco de ejercicio. No nos matemos en el gimnasio, muchas no tienen el tiempo. Pero cambiemos hábitos: subamos escaleras en vez de usar todo el día el ascensor, caminemos y dejemos el auto de lado un rato (además con lo caro que está la bencina no está nada de malo), comamos a las horas y no nos saltemos las comidas.
Esas pequeñas acciones marcan la diferencia. Así, cuando se acerque la primavera, no estaremos contra el reloj y podremos lucir esa linda polera que tanto nos gusta o ese short que moríamos por usar.

Recuerden que no debemos dejarnos a un lado. El amor parte en casa, si aprendemos a querernos y respetarnos, los demás lo harán con nosotras.

Éxito, XOXO.

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Bonus track:
Sepa las enfermedades asociadas a la obesidad:

domingo, 10 de abril de 2011

OTOÑO, querido otoño.

Como que iba y veía... constantemente. Pero -parece ser- que finalmente llegó para quedarse. Días nublados, brisa fresca y agradable, hojas cafés en el suelo por doquier. De esas que dan ganas de pisar con fuerzas y tirarse para pasar horas y horas echada junto a una buena lectura.
Sí, mi querido y tan ansiado OTOÑO está acercándose. Falta poquito para saborear esas ricas sopaipillas (normales o con chancaca, ambas son exquisitas), un chocolate caliente, limonadas, sopitas, etc.
Adiós calor insoportable, hola abrigos y orejeras.

sábado, 9 de abril de 2011

De tacones a zapatillas: ¿Mejor sola que mal acompañada?

Siempre que veo en las noticias los mil y un casos sobre femicidios me pregunto: ¿vale la pena estar con alguien así? ¿hasta qué punto hay que tolerarlo?. O sea, si algún tipo me levanta la mano aunque sea para un toponcito yo agarro mis cosas y desaparezco. No estoy dispuesta a que NADIE me agreda física ni psicológicamente. Pero, ¿por qué hay mujeres que siguen aguantando tanto maltrato? Tengo varias teorías: costumbre a estar con él, falta de confianza, miedo a represalias mayores, terror a estar sola, etc. 


Por esto, vivo mi soltería sin ningún problema: no debo darle explicaciones a nadie ni debo volverme una celópata por cada chica que vea a mi novio. Vivo la vida por mí y para mí. Es que si el amor va a llegar a mi puerta, no va a ser cuando esté como loca tocando una por una. Más que mal... cuando menos lo esperas, aparece.


Por eso chicas, no dejen que ningún hombre las pase a llevar. Si no aprenden a valorarse, nadie lo hará por ustedes.


Como dice el dicho: es mejor estar sola, que mal acompañada.


XOXO.

Primera columna: "De tacones a zapatillas"

Hace mucho tiempo tenía ganas de hacer una columna en mi blog, la idea estaba a medio camino y hoy la tengo concretada.


"De tacones a zapatillas" es una columna que habla sobre diferentes aspectos y pensamientos que surgen en la mente de las mujeres. No importa si se es súper femenina o más masculina. Si es una diva o más sencilla. Todas tenemos la oportunidad de decir lo que pensamos.




Espero les guste, saludos.

sábado, 2 de abril de 2011

UN DÍA VIVIENDO ENTRE CACHIVACHES

El tiempo estos días anda muy escaso. Así que, para no dejar mi blog en el olvido, escogí este texto escrito el semestre pasado. 


Se lo dedico totalmente a un profesor, Enrique Ramírez Capello, que nos impulsó día a día a superarnos. 

"LEER, LEER, ESCRIBIR, ESCRIBIR, CORREGIR, CORREGIR... VIVIR, VIVIR"

------------------------------------------------------------------------------ por María Jesús Pérez B.

A las ocho de la mañana estaba la citación para reunirnos frente a la entrada del Teatro de la Universidad de Chile, a pasos del metro Baquedano. Poco a poco los alumnos fuimos llegando al lugar de encuentro. Ya habían aparecido casi todos, por lo que decidimos caminar al departamento del profesor. Había oído que tenía cachivaches de todo tipo, pero nunca pensé que era tanto. Tras subir cuatro pisos, nos encontramos cara a cara con la puerta de entrada. En ella, una pequeña placa dorada nos decía inmediatamente dónde estábamos: Enrique Ramírez Capello, periodista.
Al entrar la sorpresa fue mayor, no había espacio sin rellenar: muñecos de colección, cuadros, pinturas, adornos, entre otros. La casa del profesor era un verdadero museo. Pero las cosas no se ubicaban al azar, cada lugar de aquel departamento tenía un tema determinado: por ejemplo, había un pequeño pasillo que daba acceso a las habitaciones y el baño, que estaba rodeado de payasos de todos los materiales  y formatos posibles: marionetas, cuadros, muñecos y máscaras. Unos más amigables, otros bastante aterradores. Aún no imagino pasar por aquel sector en plena noche, sin un rayo de luz que alumbrara el camino. Los bufones, payasos y arlequines eran de temer. Pero no todo causaba esa sensación, otro cuarto complemente diferente captó mi atención: la pieza inspirada en Pablo Neruda. Al acercarse a la entrada se observaba un gran cartel blanco con la frase: La Sebastiana, Valparaíso. Una vez dentro, el panorama era cautivador. Varios cuadros con el rostro de este poeta rodeaban la pequeña sala. En una esquina, una antigua máquina de escribir, un algo gastada, oxidada y desarmada por los pasos de los años, adornaba el lugar. Elevando la vista, un océano con unas coloridas tortugas complementaban la temática marina. Girando la cabeza, en otro pequeño sector, al lado de la puerta que daba al baño de servicio, se encontraba una caricatura del profesor con Neruda. Una sonrisa salió de mi rostro. Fue como recordar el museo de Pablo Neruda en Isla Negra. Seguí recorriendo habitación tras habitación. Parecía una niña sumergida en un mundo de fantasía, por donde mirase encontraba algo. Volví al salón principal, su techo estaba bañado por unas ramas de un árbol que circulaban por toda la cubierta, mezclándose con unos pájaros de diversos colores. En la mesita de centro, galleteros de variados diseños ocupaban el espacio. Lo acompañaban unos carruseles con melodías infantiles, entre ellos, sonaba una música navideña. Atrás, cuadros con motivos religiosos tapizaban la pared y, en un extremo del living, unas grandes matrioskas rusas, de fuertes tonalidades rosadas y rojas, alegraban el entorno.

No existía el aburrimiento en esta morada, con sólo entrar un acogedor aura te invadía, la conversación también contribuía a la causa. Reunidos en el comedor, el diálogo y la abundante comida amenizaron el sabroso desayuno. La mesa con panes amasados, jugos, pasteles, leche y donuts era el centro de la charla. Incluso unas estatuas de Chaplin y Neruda nos acompañaban. No había forma de no sentirse a gusto ahí. Pero, como todo cuento de hadas, la hora del término estaba acercándose. Las once de la mañana dieron la campanada final. Fuimos despidiéndonos del profesor, sin antes agradecerle la entretenida mañana. Era hora de volver a la realidad, las calles de gris cemento comenzaron a aparecer. El ruido de automóviles y buses que circulaban por Plaza Italia terminaron con el sueño. La rutina universitaria había vuelto.