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; Se encontraba en su pieza, apoyado en el alféizar de la ventana. No sabía por qué le invadían esos pensamientos que llegaban repentinamente a su cabeza. La presión era grande: ir al lenocinio para cumplir la apuesta o seguir con su vida conservadora. Él solo esperaba una señal que le diera el camino a seguir. Continuaba mirando por la ventana, la gente caminaba, la brisa tocaba su rostro. Se volvió voluble, su ánimo cambiaba con cada tic tac del reloj.

- Iré, no iré, iré, no iré – se cuestionaba.

Tomó la decisión, cumpliría la apuesta. Salió de su casa, aún un tanto atolondrado por lo que haría. Sabía que sus padres lo matarían si se enterasen, pero su hombría era más fuerte.

Se le veía pálido, casi ni respiraba. Cruzó la calle sin siquiera divisar a los costados. Se escucha la frenada instantánea de un automóvil, pero fue demasiado tarde. Él se encontraba tirado en el suelo, lívido por las múltiples contusiones causadas por el atropello. Se escuchan las sirenas, sus padres salen de la casa a ver lo sucedido… su hijo era el protagonista de este infausto accidente. En estado de inconsciencia lo tomaron y trasladaron al hospital. Se encontraba letárgico, como si estuviese en un gran sueño… uno del cual nunca despertó.